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www.evangelistas777.es - LA BIBLIA Y LA MUJER
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EL ZAPATERO
El expresidente Ronald Reagan tenia una tía que lo quería mucho y era muy bondadosa con el. En una ocasión ella llevo al joven Reagan a un zapatero para que le hiciera un par de zapatos a la medida. El zapatero le pregunto: ¿ Quieres los zapatos puntera cuadrada o redonda? Ronald tartamudeo un poco,, el no sabia lo que quería. El zapatero dijo: " Esta bien. Ven por acá dentro de un par de días, me dices lo que quieres y te haré los zapatos".
Dos días después, el zapatero lo vio en el pueblo y le volvió a preguntar: "¿Quieres los zapatos puntera cuadrada o redonda? Ronald le contesto: "No se" . El zapatero le dijo: "Ven dentro de dos días y tus zapatos estarán listos". Ronald Reagan contaba que cuando fue a buscar los zapatos, uno de ellos tenia la puntera cuadrada y el otro redonda. El zapatero lo miro y le dijo: "Esto te enseñara que desde ahora en adelante, no debes permitir que la gente tome decisiones por ti". Y el expresidente agregaba: " Aprendí alli mismo a tomar mis propias decisiones, si uno no lo hace, otro lo hará por uno"
LA CHICA DE LOS CDs
Un muchacho de 17 años de edad tenía un cáncer incurable y en cualquier momento iba a fallecer.
Siempre vivía en su casa, bajo el cuidado de su madre. A veces se enfadaba de estar siempre dentro de su casa y un día decidió salir a pasear. Le pidió permiso a su madre y ella aceptó.
Caminando por el vecindario vio muchas tiendas. Al pasar por una de música y al ver el aparador, notó algo que lo hizo olvidarse de que el mundo existía, era una muchacha de su edad muy hermosa. Al verla le parecía un ángel bajado del cielo.
Abrió la puerta y entro sin mirar nada que no fuera ella.
Acercándose poco a poco llego al mostrador donde se encontraba ella. La chica lo miró y le dijo sonriente "¿Te puedo ayudar en algo?"
El Chico pensaba que era la sonrisa mas hermosa que había visto en toda su vida, y sintió el deseo de abrazarla, de declarársele en ese mismo instante.
Tartamudeando le dijo: "Si, eeehhh, uuhhh, me gustaría comprar un C.D.". Y sin pensar tomó el primero que vio y le dio el dinero. La chica le entregó el disco con una amigable sonrisa.
El joven enamorado no dejó de pensar en ella durante toda la tarde.
Ni siquiera escuchó el disco, ya que el no tenía mas que una grabadora de casete. Al siguiente día quiso volver a verla y fue a la tienda.
Al estar frente a esa hermosa sonrisa no supo que decir y volvió a pedir un C.D.
* "¿Quieres que te lo envuelva?", - preguntó la niña sonriendo de nuevo.
El respondió que si, moviendo la cabeza, pues ante ella se quedaba mudo. La muchacha fue al almacén para volver con el paquete envuelto y entregárselo.
El lo tomó y salió de la tienda. Se fue a su casa sintiendo que caminaba entre las nubes. Ni siquiera desenvolvió el disco. Lo metió en su closet y se puso a mirar su jardín y pensar en la hermosa flor que estaba en la tienda.
En adelante visitaba la tienda todos los días para comprar un C.D. Ella siempre se los envolvía, y el se los llevabas a su casa y los metía a su closet.
El era muy tímido para invitarla a salir y, aunque trataba no podía. Su mamá se enteró de esto e intento animarlo a que se aventara, así que el siguiente día se armó de coraje y se dirigió a la tienda. Y como todos los días compró otra vez un C.D. y como siempre ella se fue atrás para envolverlo. El tomó el C.D. y mientras ella no estaba viendo, rápidamente dejo una nota en el mostrador y salió corriendo de la tienda. La nota era una declaración. Durante varios días chico no se atrevió a llegar a la tienda para recibir la respuesta, a unos metros de la tienda regresaba a su casa.
Su madre volvió a animarlo y luego de dos semanas por fin llegó a la tienda pero no vio a la chica hermosa. Al preguntar por ella se enteró con tristeza que se había ido a otra ciudad a estudiar y ya no trabajaba ahí. Mucho lamentó no haber ido antes por la respuesta y muy triste guardó los discos en un lugar donde no los viera tanto con la esperanza de no pensar mas en la muchacha.
En el verano el chico fue a la tienda con la esperanza de que por las vacaciones la chicha hubiera regresado y pudiera encontrarla pero al no encontrarla, regresó a su casa desilusionado. Al siguiente verano volvió a ir para no encontrarla de nuevo.
Para el joven no hubo verano siguiente. A la edad de 20 años el chico falleció de cáncer. Un día su madre, entró en el cuarto de su difunto hijo para arreglarlo, así que abrió su closet. Para su sorpresa se topó con montones de C.D'S envueltos. Ninguno estaba abierto. Llena de curiosidad, tomó algunos y se sentó sobre la cama para verlos, al desenvolver el primero encontró una nota que su hijo nunca leyó y decía:
"!Hola!, veo que te gusta la música tanto como a mí. Me invitan a una fiesta el viernes y no tengo con quien ir. ¿Te gustaría ir conmigo? Sofía."
De tanta emoción la madre abrió otro y otro para descubrir que eran saludos de la chica. Uno de los últimos decía: "Hola, me siento triste de que nunca haces caso a mis notas pero me devuelves la alegría al volver diariamente. La semana que viene salgo fuera de la ciudad a estudiar y ya no voy a trabajar aquí, pero vendré casi todos los fines de semana y si mi cliente favorito quiere que lo siga atendiendo podrá visitarme en mi casa. Sofía". Al final venía un número telefónico, una dirección y un pequeño mapa.
No esperes demasiado para demostrar tu amor a ese alguien especial, díselo hoy, mañana puede ser muy tarde. No solamente a tu pareja sino de todos tus próximos: tus padres, hermanos, amigos, hijos, etc.
Demuestra tu amor a los demás ahora que puedes hacerlo, que están presentes, que físicamente es posible. Recuerda que mañana: si no los aparta la vida, lo hará...la muerte.
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LA MUJER APRENDA...
La modestia que conviene a las hermanas
Pablo despacha con relativa brevedad sus recomendaciones específicas para los varones, y en cambio abunda en sus directivas con respecto a las mujeres. En los versículos 9 y 10 subraya el decoro, el pudor y la modestia, y la abstención de peinados ostentosos, así como de joyas y vestidos caros. Una recomendación similar puede hallarse en 1 Pedro 3:1-6. La excesiva ostentación femenina en el atavío y las joyas era objeto de crítica por parte de los paganos y también fue blanco de los ataques de algunos escritores cristianos primitivos, como Tertuliano de Cartago. Al parecer algunas hermanas de Éfeso tenían una posición económica que les permitía la ostentación, pero Pablo desalienta tal conducta en la Iglesia de Dios.
Que la mujer aprenda “calladamente”... (v. 11-12)
Llegamos aquí al pasaje central de nuestra exposición, el cual es el único pasaje en todo el Nuevo Testamento que puede tomarse como una regla universal de conducta para las hermanas de la Iglesia de todos los tiempos.
11. Que la mujer aprenda calladamente, con toda obediencia.
12. Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada.
Así entienden este texto, como una regla universal y atemporal, numerosos comentaristas hasta nuestros días, como por ejemplo Hendriksen:
Aunque estas palabras ... puedan parecer poco amistosas, en realidad son lo opuesto ... expresan el sentimiento de tierna simpatía y de comprensión básica. Quieren decir: que la mujer no entre en la esfera de actividad para la cual a fuerza de su creación misma no es apta. Que el ave no trate de vivir bajo el agua. Que el pez no trate de vivir sobre la tierra seca. Que la mujer no desee ejercer autoridad sobre el hombre enseñándole en los cultos públicos. Por amor de ella y por el bienestar espiritual de la iglesia se prohíbe esa pecaminosa intromisión en la autoridad divina.
En el servicio de la Palabra en el día del Señor, la mujer debe aprender, no enseñar...
Habría que notar que, estrictamente hablando, Pablo no explicita que su instrucción sobre la actitud de la mujer esté referida a los “cultos públicos”. Tampoco hay en el texto del Apóstol ninguna referencia al “servicio de la Palabra en el día del Señor”. Volveré sobre el tema, pero antes quisiera citar una opinión de William Barclay, otro destacado comentarista que discrepa profundamente con Hendriksen:
Este es un pasaje que no puede ser leído fuera de su contexto histórico. Surge enteramente de la situación en la que fue escrito. Está escrito con un doble trasfondo.
El doble trasfondo al que se refiere Barclay es la situación de la mujer en el judaísmo y en la sociedad grecorromana, del que ya hablamos más arriba. Un tercer trasfondo que no puede soslayarse es el de las falsas enseñanzas que se estaban propagando, a las cuales, según indiqué antes, parecen haber sido especialmente susceptibles las mujeres. Esto no debe sorprender, por cuanto tanto fuesen provenientes del judaísmo o de la gentilidad, la escasa formación de las hermanas las tornaba más vulnerables.
No es fácil determinar el contenido preciso de las falsas enseñanzas, pero algunos elementos sugieren que podría tratarse, al menos en parte, de alguna forma incipiente de gnosticismo:
Mientras que parte del problema parece tener orígenes judíos (véanse las referencias a la ley en 1 Tim 1:7-11), la mayor parte de estos problemas sabe definidamente a antiguo gnosticismo. Las escuelas gnósticas que se habían desarrollado para el segundo siglo d.C. presentaban, entre sus enseñanzas distintivas, (1) intrincadas cosmogonías míticas, (2) un desprecio por las cosas materiales (como creaciones de un dios inferior y malo), (3) una dependencia del conocimiento, no de la fe, como el camino de salvación y, en algunos casos, (4) sugerencias de que el alma podía ser liberada, aun ahora, a través de este conocimiento secreto, sin tener que aguardar la muerte corporal. Estas cuatro características pueden corresponder a las denuncias que ocurren (respectivamente) en 1 Tim 1:4, 4:3-5, 6:20 y 2 Tim 2:18, como se describen en el párrafo previo. En particular, el argumento en 4:3-4 de que los alimentos de los que se abstenían los falsos maestros fueron creados por Dios y que “todo lo que Dios creó es bueno” parecería específicamente formulado para refutar afirmaciones de que la creación física es mala o el producto de alguien inferior a Dios.
Si este análisis es correcto, las cartas a Timoteo reflejarían la infiltración de ideas gnósticas –relacionadas con la filosofía neoplatónica- en la congregación de Éfeso. Que tales ideas hicieron su aparición ya en la Iglesia apostólica, siquiera sin una estructura formal como la que adquirieron más tarde, lo indica la insistencia de Juan en la verdadera humanidad de Cristo (1 Juan 4:1-3, etc).
Ahora bien, varios de los sistemas gnósticos posteriores –como el de Marción- despreciaban el matrimonio; y otros, como el de Ptolomeo, un seguidor de Valentín, poseían intrincados mitos acerca del origen del universo y del hombre donde deidades femeninas como Aletheia (Verdad), originó otras deidades. En el mismo sistema, el Demiurgo o “dios inferior” del Antiguo Testamento también había sido originado por una deidad femenina inferior. Además, el hombre había recibido su naturaleza psíquica del Demiurgo y su cuerpo de la tierra, pero su naturaleza espiritual, superior a las otras dos, provenía de la Madre Ajamot (del hebreo jokma = sabiduría). Según los marcosianos, setianos, orfitas y barbelo-gnósticos, ciertas divinidades femeninas habían originado la raza humana. “Barbelo era un poder femenino quien emanó del Padre innominado, y ella tiene un papel muy similar al de Ennoia (Pensamiento) y Sofía (Sabiduría) en algunos de los otros sistemas”.
Retornando a nuestro texto, si las hermanas de Éfeso se estaban dejando engañar por estos mitos, es natural que Pablo insistiese en que no pretendiesen enseñar, sino que se dedicasen a aprender. Por alguna razón, probablemente relacionada con ciertos prejuicios, la mayoría de los comentaristas insiste en el llamado al silencio pero no le otorga la debida importancia a la otra parte de la oración. La frase puede expresarse literalmente como sigue:
[La] mujer aprenda en quietud, con toda sujeción; no estoy permitiendo enseñar a la mujer, ni usurpar autoridad sobre el hombre, sino estar en quietud.
En otras palabras, Pablo no dice que las mujeres pueden aprender, lo cual ya sería de por sí bastante revolucionario dadas las concepciones contemporáneas judías y gentiles adversas a la educación de las damas; ni tampoco que les está permitido aprender. No; el imperativo que emplea el Apóstol es un mandato: las hermanas deben aprender.
El verbo griego que Pablo emplea es manthanô, emparentado con el sustantivo mathêtês, discípulo, que se emplea con mucho mayor frecuencia que el verbo (264 veces mathêtês versus 25 veces manthanô). En el Evangelio de Juan encontramos un ejemplo significativo: “Escrito está en los profetas: Y todos serán enseñados por Dios. Todo aquel que ha oído y aprendido del Padre, viene a mí” (Juan 6:45, negritas añadidas). Todos los creyentes, pues, deben ser discípulos y aprender; pero cabe la siguiente aclaración:
Aferrarse a las enseñanzas que los recipientes de las epístolas recibieron significa sostener su fe. Pues aprender no es un mero proceso intelectual por el cual uno adquiere enseñanza acerca de Cristo. Implica la aceptación de Cristo mismo, el rechazo de la antigua existencia y el comienzo de la nueva vida de discipulado en él (cf. Fil 4:9; 1 Cor 4:6). [24]
Esta es la clase de discipulado que Pablo manda para las hermanas aquí. Sin embargo, agrega que tal cosa debe ser hecha “en silencio” según la versión Reina-Valera 1995, entre otras. Esta traducción puede prestarse a confusión, ya que a nuestros oídos puede sonar como exigiendo que las mujeres no profieran palabra. Existen varios verbos griegos que pueden emplearse con referencia al silencio de quien debe cerrar por completo la boca y no proferir palabra. Uno de ellos es epistomizô, que Pablo emplea cuando le dice a Tito que le tape la boca a los rebeldes (Tito 1:11). El otro es fimô, que se emplea en 1 Pedro 2:15, “Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos” (cf. Mateo 22:12).
En cambio, la expresión griega que Pablo emplea en 1 Timoteo 2:11 y 12 es en hêsujia. La palabra puede significar silencio pero también quietud, tranquilidad, compostura. Era la actitud que los maestros judíos requerían de sus discípulos . Asimismo, en el siglo II Clemente de Alejandría recomendaba:
La mujer y el varón han de concurrir a la iglesia decentemente vestidos, con paso natural, abrazando el silencio, poseyendo amor no fingido, puros de cuerpo, puros de corazón, aptos para orar a Dios (Pedagogo III, 11).
Todavía más importantes son algunos ejemplos bíblicos del significado de la expresión hêsujia , su afín hêsujios y el verbo correspondiente hêsujazô. Este último se emplea en Lucas 14:14 acerca de los fariseos que callaron frente a Jesús y de las mujeres que reposaron en sábado. En Hechos, aparece dos veces: cuando los judaizantes “se calmaron” y glorificaron a Dios tras oír la explicación de Pedro (11:18) y al decir Lucas que “desistimos” de convencer a Pablo, al ver que no podían persuadirle de ir a Jerusalén (Hechos 21:14), al tiempo que decían “Que se haga la voluntad del Señor”. Lucas dice (Hechos 22:2) que cuando Pablo se dirigió a los judíos de Jerusalén en hebreo, ellos le oyeron con mayor quietud (mallon hêsujian). En un pasaje que cité más arriba (1 Pedro 3:3-4) , el Apóstol Pedro recomienda a las mujeres que eviten los adornos externos y cultiven “el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno” (hêsujios; “pacífico”, Reina Valera 1909).
Pablo emplea el verbo una sola vez (1 Tesalonicenses 4:11), cuando recomienda a los tesalonicenses que ambicionen “llevar una vida tranquila” (en griego una sola palabra: êsujazein). En su segunda carta a la Iglesia de Tesalónica, a causa de haber oído que algunos andaban desordenadamente, ociosos y entremetiéndose en todo, les ordena y exhorta que “trabajando tranquilamente (meta hêsujias, “con sosiego”), coman su propio pan” (2 Tesalonicenses 3:12).
De las exhortaciones de Pablo, dirigidas a varones y mujeres por igual, y del empleo de estos términos en Lucas, Hechos y 1 Pedro, se evidencia que hesujia y los términos relacionados no significan ausencia total de habla (aunque pueden incluir el silencio), sino primariamente quietud, paz, sosiego, compostura y asentimiento. Que esta actitud conviene a varones y mujeres por igual es obvio por la recomendación de Pablo a toda la congregacion de Éfeso en 1 Timoteo 2:2 de orar por todos los hombres para así llevar una vida “tranquila y sosegada” (hêsujion. Craig S. Keener resume bien el punto:
La palabra empleada aquí para “silencio” normalmente se refiere a una atención respetuosa o a modales sosegados. Toda la iglesia es exhortada a esta clase de estilo de vida sosegado con la misma palabra en este mismísimo contexto (2:2), demostrando que Pablo se refiere a cierta actitud, no a un completo silencio (como la oración de los varones sin ira ni disputa en 2:8, esto puede haber sido aplicado con igual fuerza a cualquiera de los géneros que causara el problema).
Es inevitable la impresión de que los traductores de nuestras versiones en español se han dejado llevar por prejuicios al traducir “reposadamente”, “tranquilamente”, o “sosegadamente” en el versículo 2 (referido a toda la congregación) y en cambio “calladamente” o “en silencio” en los versículos 11 y 12 cuando se trata del modo en que las hermanas han de aprender. Una excepción es la Nueva Versión Internacional que en el texto principal vierte, consistentemente con el v. 2, aprender “con serenidad” y “mantenerse ecuánime”.
Surge una pregunta obvia: Si la actitud de sosiego es propia de todos los creyentes, ¿por qué Pablo la reitera dos veces a propósito de su instrucción para las mujeres? Tal insistencia puede estar relacionada con las falsas doctrinas a las cuales las hermanas parecían ser especialmente vulnerables. “La razón de Pablo para dirigir específicamente esta admonición a las mujeres es probablemente la misma razón que en 1 Corintios 14:34-35: ellas aún no habían sido instruidas” [28]. Esta conjetura se corresponde bien con la prohibición de enseñar que le sigue. Una misionera cristiana se queja, con razón, que la traducción inglesa tradicional (al igual que la española, agregó)
ciertamente parece limitar a una mujer a ser una perpetua calientabancos, aprendiendo por siempre pero sin tener nunca una oportunidad para transmitir su conocimiento, una copa sin fondo destinada a no rebosar jamás con las buenas nuevas de Cristo para otros.
Sin embargo, un análisis de los tiempos verbales que emplea Pablo muestra que si bien el mandato de aprender está en imperativo, la prohibición de enseñar está en presente indicativo. Por ello “no permito” puede traducirse más apropiadamente, según señalé arriba, como “no estoy permitiendo” . Indica una actitud presente, pero no un principio perpetuo, ni un mandamiento, para lo cual Pablo podría haber empleado el imperativo, el aoristo, o el futuro indicativo.
Ninguno de estos tiempos es empleado aquí. Tampoco emplea Pablo el tiempo perfecto para denotar una acción en el pasado, la cual ha cambiado la situación. Pablo está diciendo: “No estoy actualmente permitiendo que la mujer enseñe”. En cierto modo la traducción inglesa usual, “No permito” les parece a los lectores ser igual o más fuerte que “La mujer aprenda”. Sin embargo, en realidad “que ella aprenda” es el mandamiento; “no permito” es la acción presente.
¿Por qué “aprender” es un mandamiento, pero “permitir enseñar” es una acción presente? Los versículos 11 y 12 son una frase en el texto griego original, unidos con la partícula adversativa de, que significa “pero, empero, sin embargo, por otra parte”. Pablo estaba en efecto diciendo: “Mando que la mujer aprenda; no obstante, no le permito enseñar” . El de indica que ambas instrucciones son algo contradictorias.
La tensión surge, desde luego, por el simple hecho de que quien aprende no lo hace sólo para sí mismo, sino para llegado el momento poder enseñar también a otros. Pablo se manifiesta irritado con las mujeres que, extraviadas por los falsos maestros, están “siempre aprendiendo, pero que nunca pueden llegar al pleno conocimiento de la verdad” (2 Timoteo 3:7). De igual modo, el autor de Hebreos recrimina a sus lectores
Pues aunque ya debiérais ser maestros, otra vez tenéis necesidad de que alguien os enseñe los principios elementales de los oráculos de Dios, y habéis llegado a tener necesidad de leche y no de alimento sólido.
Porque todo el que toma sólo leche, no está acostumbrado a la palabra de justicia, porque es niño.
Pero el alimento sólido es para los adultos, los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal.
(Hebreos 5:12-14)
Con toda probabilidad esta era la situación de las hermanas de la Iglesia de Éfeso. Pablo no es permitía enseñar aún simplemente porque no estaban en condiciones, es decir, por la misma razón que recomienda no nombrar supervisor (obispo o anciano) a un neófito, es decir, a un recién convertido que carece de madurez en su fe (1 Timoteo 3:11). Por esta razón, el aprendizaje de las hermanas ha de tener lugar”con toda sujeción” (Reina-Valera 1995), “con toda obediencia” (Biblia de las Américas) o “con toda sumisión” (Nueva Versión Internacional). La expresión griega es en pasê hupotagê. Según Vine, el término hupotagê es principalmente militar, y significa básicamente subordinación (hupo = debajo; tassô = ordenar) [31]. “Sujeción” y “obediencia” (cf. 2 Corintios 9:13) son también traducciones apropiadas de la actitud de subordinarse a un superior. Es la actitud más recomendable del discípulo con respecto a su maestro, y un requisito importante para que el aprendizaje sea fructífero.
La palabra sujeción [hupotagê] es la forma nominal del verbo hupotassomai, que hace referencia a la disposición voluntaria de ser receptivo a las necesidades de los otros; en este caso la necesidad que tienen los maestros de comunicar sus enseñanzas sin ruidos molestos y con la debida atención.
Lo opuesto de hupotagê es epitagê (epi = sobre), que es la actitud propia del maestro, como se ve en la recomendación de Pablo a Tito: “Esto habla, exhorta y reprende con toda autoridad (epitagê). Que nadie te desprecie” (Tito 2:15). Aunque obviamente la actitud de sumisión es importante en todo discípulo, pero más aún en los novatos o neófitos que carecen de formación previa o lo que es peor –y tal parece el caso de las mujeres de Éfeso- que han recibido previamente enseñanzas erróneas. Mi esposa es una talentosa pianista, formada en una institución universitaria. Lo interesante es que cuando ingresó a la Facultad de Artes luego de varios años de estudiar en un conservatorio particular, su técnica era tan mala que antes de aprender nada nuevo debió ser reeducada en los aspectos fundamentales, siguiendo con docilidad las instrucciones de su profesor hasta en la forma de sentarse y la posición de las manos.
...ni que ejerza autoridad sobre el hombre...
Como dije antes, el texto que nos ocupa es virtualmente el único que prohíbe a las mujeres enseñar, y dentro de él la cláusula que parece ser más decisiva es otra prohibición, a saber, de “ejercer autoridad” sobre el hombre. Aunque “hombre” (griego andros) puede referirse al marido (así Francisco Lacueva en su Nuevo Testamento Interlineal), dado que el contexto de la exhortación parece referirse más bien al “varón” (andros) en general y no al cónyuge en particular.
Más que cualquier otra parte del texto, esta cláusula ha sido tomada como un rechazo lapidario contra un ministerio de enseñanza de las mujeres hacia toda la congregación. Así las cosas, es preciso notar que “que ejerza autoridad” o “ejercer dominio” (Reina-Valera 1995) es una única palabra griega, authentein, que no se emplea en ningún otro sitio del Nuevo Testamento (lo que técnicamente se llama “hapax legomenon).
El significado preciso de authentein es pues incierto, no sólo porque no aparece en otros textos bíblicos que pudieran permitir una comparación, sino porque fuera de las Escrituras su significado evolucionó.
En su utilización más antigua la palabra significaba uno que con su propia mano daba muerte a otros o a sí mismo. Más tarde vino a denotar uno que actúa asumiendo autoridad por su propia cuenta; de ahí, ejercer autoridad, dominio.
Cuando Pablo se refiere a la autoridad –por ejemplo, la autoridad apostólica, 2 Corintios 10:8; 13:10- habitualmente emplea el vocablo más habitual, exousia. El empleo de authentein exclusivamente en el presente contexto sugiere que el Apóstol se refiere al ejercicio de una autoridad impropia en su origen o ejercicio; tales ideas se verterían respectivamente como “usurpar autoridad” o “mandonear”. Una especialista en lenguas clásicas ha sugerido que las mujeres fueron aquí exhortadas a no “involucrar a un varón en la clase herética de cristianismo que enseñaba el comportamiento licencioso como una de sus doctrinas. Una hembra hereje tal por cierto «enseña a fornicar» en la iglesia de Tiatira mencionada en Apocalipsis 2:20.” [34].
A pesar de que el significado de authentein no puede precisarse con certeza, en el presente contexto encaja bien con una exigencia dirigida a la mujer ignorante, y quizá extraviada, de ocuparse en aprender sin pretender ejercer una autoridad para la cual –en las presentes circunstancias- no está capacitada.
Que Pablo no se oponía como una cuestión de principio a que las mujeres enseñasen lo muestra su aprecio por Priscila, una colaboradora suya y maestra reconocida (Romanos 16:3; 2 Timoteo 4:19) y otras hermanas que menciona en Romanos 16 (ver más arriba) ; por el reconocimiento del papel de la abuela y la madre de Timoteo, Loida y Eunice respectivamente, en la formación de su discípulo; en su recomendación de que las ancianas “enseñen lo bueno” (Tito 2:3-7). Es cierto que en este último texto se refiere a la enseñanza a las jóvenes. No obstante, esta actitud difiere radicalmente de la que prevalecía en el judaísmo de su tiempo, en el cual no se les permitía a las mujeres educar a los niños, ni siquiera los propios. Según el Talmud, la mujer no ha de enseñar a sus hijos, pues a ella misma no se le manda aprender y a quien no se le manda estudiar no se le manda tampoco enseñar (b. Kidd. 29 a-b). La fundamentación bíblica aducida para esta regla es Deuteronomio 11:19, donde se dice que las palabras de la ley han de ser enseñadas a los “hijos” ; el comentario talmúdico añade, “pero no a las hijas”. [35] ¡Que diferente del mandamiento de Pablo, “la mujer aprenda”!
Además, en su segunda carta a Timoteo, el Apóstol no parece excluir a las hermanas:
Así que tú, hijo mío, fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo Jesús. Lo que me has oído decir delante de muchos testigos, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados para enseñar a otros.
(2 Timoteo 2:1-2, Nueva Versión Internacional)
La expresión que la Nueva Versión Internacional traduce “creyentes dignos de confianza” es pistois anthrôpois, literalmente “hombres fieles” (como Reina-Valera 1909,1995 y Biblia de las Américas). Hay que notar que en griego, como a menudo en español, la palabra “hombre”, anthrôpos se usa “generalmente, de un ser humano, varón o hembra, sin referencia al sexo ni a la nacionalidad ... en ocasiones, de hombres y mujeres, personas (p.ej., Mt 5.13,16)” [32]. El vocablo aparece 16 veces en plural en las cartas pastorales, y en la gran mayoría de los casos la referencia es inclusiva, sin distinción de género (1 Timoteo 2:1,4,5; 4:10; 5: 24; 6:9, 16; 2 Timoteo 3:13; Tito 1:14; 2:11; 3:2,8). En consecuencia, el encargo de 2 Timoteo 2:2 parece aplicable a hermanos y hermanas fieles por igual, con la única condición de que sean “idóneos” o “aptos” para enseñar.
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