La lecitina

Infartos, arterioesclerosis, tromboflebitis, angina de pecho, hipertensión, embolias pulmonares y cerebrales, más tantos otros males degenerativos que amenazan con perjudicarnos, esa es la herencia ingrata que suele dejarnos la vida de hoy.

Si existiese un seguro que nos protegiera y garantizara la salud libre de todas estas temibles dolencias, pocos lo pensarían dos veces, la mayoría lo adquiriría. Quiero compartir con ustedes algo que puede recuperarnos y protegernos de forma sencilla y a un precio ridículo.

Descubrimiento excepcional

Lo único que tenemos que hacer es cambiar un poco nuestros hábitos alimenticios e incorporar un nutriente esencial, capaz de proteger nuestro corazón y sistema circulatorio de manera casi milagrosa. Hace unas cuantas décadas, cuando esta sustancia era aun poco conocida, ocurrió algo providencial que habría de salvar la vida no solo del protagonistas de los hechos, sino de miles de vidas en los años posteriores.

En 1951 el doctor J. Rinse, un bioquímico norteamericano ya cincuentón, sufrió repentinamente un ataque cardiaco que le dejo como secuela un intenso aunque intermitente dolor en el pecho. Lo más raro de su caso es que el doctor Rinse no fumaba, no sufría de obesidad, no estaba sujeto a presiones excesivas, no abusaba de las grasas animales, hacía ejercicio con regularidad y en su familia no había antecedentes de padecimientos cardiovasculares. En suma, clínicamente parecía no haber un justificante para sus achaques.

¡Solo diez años de vida!

Para colmo de males, a pesar del reposo y los tratamientos recibidos, en 1957, o sea seis años después de su primer ataque cardiaco, sufrió otra amenaza de infarto. Su médico, sin atreverse a darle un diagnóstico definitivo, simplemente lo atribuyó a “la edad” y le aconsejó seguir con el mismo tratamiento, aunque le advirtió que a lo sumo viviría 10 años más..., siempre y cuando se cuidara y prescindiera por completo de la actividad y el ejercicio.

Desesperado, Rinse decidió hacer uso de sus conocimientos de bioquímica y dio inicio a una acuciosa búsqueda en la literatura médica, con el fin de determinar la causa de sus misteriosos infartos y encontrar la manera de corregir lo que anduviera mal.

Después de investigar largamente, descubrió al fin un significativo material sobre el posible papel preventivo y curativo de la lecitina de soya y, de inmediato, comenzó a ingerirla junto con las comidas. Al cabo de unos días notó una gran mejoría en sus molestias y en tres meses todas ellas había desaparecido, incluyendo el incapacitante dolor producido por la angina de pecho.

¿Qué es la lecitina?

En los años siguientes, el doctor Rinse continuó con su régimen de lecitina (enriquecido con otros nutrientes), lo que según él lo libró no solamente de la angina de pecho, sino de un tercer –y posiblemente fatal– infarto. Su recuperación fue verdaderamente pasmosa, pues a escaso un año de tratamiento, le fue posible volver a hacer ejercicio, caminar un buen número de cuadras sin experimentar dolores en el pecho, ¡e inclusive partir leña!

Entusiasmado, Rinse dio a conocer sus resultados y pronto muchos pacientes, a lo largo de Estados Unidos, estuvieron utilizando esa sustancia casi milagrosa para obtener resultados similares. Tal auge llamó la atención de la ciencia médica hacia la lecitina, que más que un medicamento es una sustancia natural que se encuentra universalmente en las células de plantas y anormales, como parte imprescindible de su más íntima estructura. El cuerpo humano no es la excepción; en él la lecitina se encuentra en mayor cantidad en el cerebro (constituye hasta un 17% de su peso) y en los tejidos nerviosos, el corazón, los riñones y las glándulas endocrinas. Químicamente es una mezcla compleja de fosfolípidos, es decir, de grasas fosforadas, que contiene además dos vitaminas del complejo B: la colina y el inositol

Un nutriente muy versátil

Con todo y ser una sustancia muy benéfica, no se le considera un nutriente esencial, pues el organismo puede sintetizarla. El sitio en donde se le fabrica es el hígado, pero a fin de que esta función se cumpla, debemos ingerir vitaminas del complejo B, fósforo y ácidos grasos esenciales (o vitamina F). Con todo, el uso de la lecitina de soya como un complemento alimenticio a menudo produce beneficios en la salud (mejora la memoria, el colesterol disminuye, aumentan las defensas, etcétera). Por lo que se piensa que su producción corporal podría no ser suficiente.

Las funciones de la lecitina en el organismo son tan numerosas como variadas, y algunas de ellas aun no se dilucidan. Se sabe, por ejemplo, que ayuda a la asimilación de las vitaminas liposolubles (A, D, E y K), aumentando su absorción intestinal casi en un 100%. Participa asimismo en el metabolismo de las grasas contribuyendo, además, a evitar la arteriosclerosis y los cálculos biliares. Es necesaria para las funciones hepáticas, y cuando el hígado no recibe suficientes vitaminas y lecitina en la alimentación, su eficiencia disminuye bastante. A los agentes que ayudan a movilizar las grasas y el colesterol en el organismo se les conoce como lipotrópicos, siendo la lecitina uno de ellos. Por lo anterior, el hígado la necesita regularmente para la correcta metabolización de las grasas, que de otra manera tiende a inmovilizarse, depositándose en los tejidos, en las arterias y hasta en el propio hígado.

¡Mejora el cutis y la silueta!

Como ya dijimos, la lecitina forma parte estructural de las células, concretamente de las membranas que las aíslan y protegen del medio ambiente. Parte de esta protección consiste en ayudar a la célula a mantenerse hidratada, lo cual es de valor indudable en la conservación de un cutis juvenil y elástico. Por ello, la ingestión regular de lecitina de soya suaviza y regenera la piel prematuramente envejecida y, en los cutis jóvenes, contribuye a retrasar la aparición de las arrugas.

No menos útil resulta la lecitina de soya para ayudar a reducir de peso, ya que aunque ella misma es una forma de grasa, aporta por si misma muy pocas calorías y, en cambio, moviliza y quema las demás grasas -esas que tienden a acumularse en esos lugares que fácilmente se hacen antiestéticos-,  con mayor eficacia y rapidez que cualquier otro lipotrópico.

Según la finada nutrióloga Adelle Davis, en un experimento efectuado con cientos de personas aquejadas con sobrepeso, una dieta normal de 2,500 calorías en las que la mayoría de éstas provenían de proteínas y grasas (incluida la lecitina), produjo mejores y más rápidos resultados para adelgazar que una dieta baja en carbohidratos (500 calorías).

Un caudal de beneficios

La lecitina aumenta además en un 100% la producción de sales biliares, mismas que ayudan a asimilar las grasas de los alimentos, y mejora la digestión. Este efecto es aun más marcado para aquellos aquejados de cálculos biliares o en quienes fue retirada la vesícula biliar. Incrementa asimismo los títulos de anticuerpos en la sangre, con lo cual eleva las defensas de manera natural. Ayuda a aliviar afecciones rebeldes de la piel, tales como el acné, el eczema y la psoriasis. Sus efectos para combatir el agotamiento nervioso son verdaderamente sorprendentes, ya que actúa como un tranquilizante natural.

Quizá una de sus acciones más benéficas sea la de actuar como un emulsionador natural de las grasas. Es decir, tornar solubles en el agua y en los fluidos corporales a las grasas y aceites que consumimos. Esta propiedad quedó demostrada de forma contundente durante un experimento médico efectuado en Los Ángeles, California.

A un grupo de pacientes con niveles anormalmente elevados de colesterol, y que no habían respondido a las típicas dietas de reducción de colesterol, se les administraron exclusivamente seis cucharadas de lecitina de soya diariamente, durante tres meses. Al finalizar la prueba, los asombrados médicos descubrieron en la mayoría de ellos reducciones hasta del 30% en sus niveles de colesterol. ¡Y ello, sin necesidad de recurrir a costosos medicamentos!

Lecitina, colesterol y coronarias

Tradicionalmente, los cardiólogos ordenan disminuir al máximo el consumo de huevos como parte de la dieta preventiva del colesterol. Las razón de ello es clara: los huevos de gallina son uno de los alimentos comunes más ricos en colesterol (250 miligramos por yema). Sin embargo, éste es uno de los casos en los que la lógica no funciona, pues contra lo que se ha venido pensando durante décadas, la ingestión de un huevo diariamente no eleva de manera significativa las concentraciones del colesterol sanguíneo. Así lo señalan los últimos estudios al respecto, y esta premisa es especialmente válida para quienes consumen vitaminas y complementos adicionales.

El colesterol del huevo no es tan agresivo con las arterias como se pensaba, entre otras cosas porque en la yema existe una íntima asociación entre aquél y los factores que ayudan a controlarlo, como son la lecitina y las vitaminas E y B. Al ingerir las yemas (que es donde se concentran estos nutrientes), o los huevos enteros, recibimos tanto la carga de colesterol que traen naturalmente, como su contenido de lecitina y vitaminas, que ayudan a metabolizarlo de manera correcta y evitan su acumulación en el sistema. Este efecto protector es aún más marcado cuando se ingiere lecitina adicional, en forma de complemento de la alimentación.

La fechorías del colesterol

Sin el poder emulsificador de la lecitina, el colesterol circulante tiende a depositarse en venas y arterias, favoreciendo el desarrollo de afecciones como arteriosclerosis, demencia senil, sordera, trastornos visuales, infartos cardiacos, embolias pulmonares y cerebrales y envejecimiento prematuro. Esto es así, porque al acumularse en los vasos sanguíneos y angostarlos, el colesterol hace que disminuya el riego sanguíneo, por una parte, y favorece la producción de coágulos, por la otra. Al restringirse el riego sanguíneo en los tejidos, estos dejan de recibir el vital oxígeno y os nutrientes esenciales en las cantidades que les son necesarias. Y cuando se forman coágulos, éstos pueden llegar a bloquear totalmente el paso de la sangre, con serias consecuencias.

Los efectos de todo esto varían de acuerdo a cuáles son los vasos afectados. Si se trata de las arterias coronarias –que riegan el corazón-, el resultado puede ser angina de pecho o un infarto fulminante. Si son los vasos que nutren al cerebro los que se obstruyen , podría producirse una embolia o trombosis de fatales consecuencias. Si las afectadas por una disminución en el riego de la sangre son las arterias de los ojos o los oídos, entonces resultan perjudicadas la visión o la agudeza auditiva, a veces totalmente. Pero los problemas no terminan aquí. Si son los vasos sanguíneos periféricos del organismo los semiobstruidos, entonces la nutrición de células y tejidos disminuye, originándose o acelerándose el envejecimiento prematuro.

El secreto contra la arteriosclerosis

Por fortuna, todas esas afecciones, con todo lo temibles que resultan, se pueden evitar utilizando la nutrición preventiva. De hecho, algunos expertos en la salud consideran a la arteriosclerosis como un mal polideficitario, que podría ser tratado con éxito enriqueciendo la alimentación como hizo precisamente el doctor Rinse. Contrariamente a lo que se piensa, la arteriosclerosis no es una enfermedad propia de la gente madura; en ocasiones la padecen atletas jóvenes e incluso niños pequeños. De hecho, más de la mitad de la población norteamericana presenta estrías de colesterol a partir de los 22 años.

En opinión de autoridades como el doctor Roger J. Williams, esto podría deberse ni más no menos que a una malnutrición crónica, producto de consumir alimentos procesados, desvitalizados, ricos en grasas y colesterol y bajos en lecitina, vitamina E y otros nutrientes. En apoyo a su aseveración, el doctor Williams nos recuerda que una tribu africana, la de los masai, consume colesterol en grandes cantidades –sus principales alimentos son la leche y la carne-, a pesar de lo cual está libre de infartos y arteriosclerosis. El secrto reside en que los masai complementan su alimentación con granos y cereales integrales ricos en vitaminas y lecitina. Otro tanto ocurre con chinos y japoneses, cuya incidencia en de padecimientos cardiovasculares es muy baja. Ellos consumen soya en abundancia, la cual les proporciona la lecitina necesaria para mantener circulando al colesterol.

Despreocúpese del colesterol

Uno de los axiomas a que llegó el doctor Williams, en el curso de sus largas investigaciones, es que toda arteriosclerosis se caracteriza por un aumento del colesterol y una disminución de la lecitina en sangre. Si se recibe suficiente lecitina en la alimentación, la arteriosclerosis nunca llega a desarrollarse, independientemente del colesterol que se consuma. Y tan valioso nutriente puede recibirse a través de una serie de alimentos: aceites extraídos en frío, nueces, cereales, germen de trigo, cacahuates, soya, etc. Como ya vimos, hasta el huevo es buena fuente de lecitina, además de que contiene hierro y proteínas de alto nivel biológico.

Por esta causa, quienes evitan comer huevos por su riqueza en colesterol, más que proteger su salud, están perjudicándola. Aunque, claro, resultaría poco práctico el tratar de obtener la lecitina adicional a través del huevo. Aun cuando este último es buena fuente de lecitina, la soya es superior, razón por la cual la lecitina que se expende en las tiendas naturistas procede de esta última planta. Es la más recomendable para utilizar como complemento alimenticio, ya sea granulada o en forma de cápsulas.

Los gránulos son más populares por su agradable sabor (semejante al de la nuez), y porque puede disolverse en jugos, licuados, atoles, sopas y leches.

El remedio del doctor Rinse

Como la lecitina no es un nutriente esencial, no tiene un requerimiento mínimo diario, como ocurre con vitaminas y minerales. Sin embargo, nutriólogos como Adelle Davis han aconsejado ingerir de dos a seis cucharadas o cápsulas de lecitina de soya diariamente, para mantener la salud en perfecto estado. Esta sugerencia es de vital importancia si se trata de un varón, mayor de 40 años y que además fuma. Para él, todavía mejor es la combinación de alimentos que ideó el multicitado doctor Rinse. Según recomendaciones de este último, su fórmula ayuda en la prevención y tratamiento de la arteriosclerosis, la hipertensión, la angina de pecho, las cataratas y hasta los problemas cardiovasculares asociados con la diabetes.

La preparación del remedio es muy sencilla: mezcle en partes iguales lecitina de soya granulada, germen de trigo tostado y levadura de cerveza en polvo; por ejemplo, media taza de cada uno. Añada una taza de yogur, media de leche semidescremada y una cucharada de aceite de soya o girasol (de preferencia extraídos en frío). Agregue miel de abeja al gusto o edulcorante, si es usted diabético, y bata todo bien hasta que logre una mezcla homogénea. Consuma una taza del remedio con cada comida (o en vez de ella) guarde el resto en el refrigerador. Pronto verá resultados en su salud y bienestar.

La "depresión" es pan de todos los días entre las personas del mundo, pero ¿es posible que un hijo de Dios sufra de depresión?.

Debemos entender como parte de un proceso, que antes de existir la depresión que podemos definir como el abatimiento del ánimo, se presenta la tristeza y la angustia, la suma exacerbada de ambas da lugar a la depresión. Bajo este orden de ideas, los Cristianos no deberían llevar sus tristezas y angustias a nivel depresivo. En 2 de Corintios 7:10 leemos lo siguiente: "Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte." En este pasaje hay una clara diferencia entre lo que la tristeza en los escogidos por Dios debe producir,  arrepentimiento!, cambio de vida, cambio de estrategia, cambio para mejorar, fuerzas renovadas; mientras que en el mundo la tristeza puede llevar a la muerte provocando que el individuo se hunda más y más convirtiendo la tristeza en depresión hasta morir para siempre.

Si bien es cierto que los hijos de Dios somos seres humanos expuestos a sufrir los diferentes embates de la sociedad y la vida misma, sujetos a problemas cotidianos de índole diversa, la Palabra de Dios nos muestra en todo su contexto que no hay razón para caer en depresión. Jesucristo es nuestro modelo a seguir, y para quien piense que Jesús en su condición humana fue superior a nosotros debe leer Hebreos 4:15 que dice: "Porque no tenemos un sumo sacerdote (Jesús) que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado". Este Jesús quien nos compró a precio de sangre, estuvo muy triste y angustiado, como el mismo lo confesara en Mateo 26:38-41 "Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muert! e; quedaos aquí, y velad conmigo. 39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. 40 Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? 41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.", es muy claro que Jesús estaba triste y en su angustia nos enseñó lo que debemos hacer para no caer en depresión, esto es orar, clamar al Padre, acercarse más a Dios. Si lees los pasajes y capítulos siguientes, vas a notar que Jesús fue severamente humillado y maltratado, pero él se mantuvo siempre firme, no negó su fe en Dios ni su naturaleza de hijo de Dios (humanamente hablando como tu y yo) pese a que reiteradamente sus captores intentaron que lo hiciera, aun en sus últimos momentos uno de los ladrones crucificado a su lado hacía sorna de Él esperando que negara su condición; que insisto, hasta ese momento el Señor no había sido glorificado, era un hombre emocionalmente y fisiológicamente igual a cualquiera de nosotros, pero con una fe inquebrantable, y una comunión perfecta con Dios su padre.

En el Salmo 31:9 leemos

9 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo.

Y en el Salmo 102 dice:

2 No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; Inclina a mí tu oído; Apresúrate a responderme el día que te invocare. 3 Porque mis días se han consumido como humo, Y mis huesos cual tizón están quemados. 4 Mi corazón está herido, y seco como la hierba, Por lo cual me olvido de comer mi pan. 5 Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne. 6 Soy semejante al pelícano del desierto; Soy como el búho de las soledades; 7 Velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado.

Ambos pasajes, muestran estados críticos de tristeza y angustia de quienes lo escribieron, y en ambos Salmos es claro que en su angustia recurrieron a Dios en oración y fueron reconfortados sin llegar a la depresión como se aprecia a continuación:

El Salmo 31: 21 Bendito sea Jehová, Porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada. 22 Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos; Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba.

Y el Salmo 102: 19 Porque miró desde lo alto de su santuario; Jehová miró desde los cielos a la tierra, 20 Para oír el gemido de los presos, Para soltar a los sentenciados a muerte; 21 Para que publique en Sion el nombre de Jehová, Y su alabanza en Jerusalén, 22 Cuando los pueblos y los reinos se congreguen En uno para servir a Jehová.

Todo aquel, que ha recibido a Jesucristo como Señor y Salvador de su vida, ha sido sellado con el Espíritu Santo y dotado de un espíritu de amor, de poder y dominio propio (2 Timoteo 1:7), por lo tanto cuando personas que han conocido a Dios caen en depresión, es síntoma inequívoco de una deficiente comunión con Dios y de falta de madurez espiritual, puesto que no saben que hacer ante el embate de la tristeza y se pierden en si mismos.

¿Cómo salir de la depresión?, acudiendo a Dios en oración, valorando todo lo que Dios ha hecho por mi vida y evocando la vida futura que nos espera a Su lado por la eternidad.

¿Cómo evitar caer en la depresión?, alimentando el espíritu cada día a través de la oración constante, la meditación diaria y sistemática de la Palabra de Dios, congregándose con otros hermanos para alabar a Dios y meditar conjuntamente en su palabra, ejerciendo la fe con la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve, confiando en Dios de todo corazón día a día y que sea cual fuere nuestra circunstancia reconocer que la Escritura nos dice en Romanos 8:28 "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.".