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Siervo de Dios antes que líder

PASTOR MISIONERO JOSE LUIS SANTAMARIA

Con este iniciamos una serie de cuatro artículos dedicados a la formación del liderazgo juvenil. Esta serie se ha preparado para ser usada como herramienta para reuniones regulares de equipo o seminarios de capacitación. El liderazgo juvenil determina mucho el crecimiento de la iglesia, por lo cual, es imperativo formar a un siervo al dedicarnos a formar a un líder.

Formando líderes espirituales,

El líder y el crecimiento de la iglesia – Introducción
Existe un principio general en la salvación del pueblo de Dios: La redención viene a través de la dirección de líderes de Dios. A estos, el Señor ha levantado con base en Su misericordia soberana. Él responde a las necesidades profundas y al clamor de su pueblo por la presión del fracaso y el sufrimiento que viven. (Ex 3)

«Existe un fuerza de gravedad que es inherente a nuestra naturaleza pecaminosa. Dicha fuerza casi garantiza que el vigor de la vida espiritual disminuya poco a poco si no se renueva por medio de la oración dependiente.»

«Dios responde al clamor de su pueblo, derramando su Espíritu, avivando la vida de los del pueblo, levantando nuevos líderes y haciendo que los corazones de las personas se vuelvan a Él.»

El pastor o líder como siervo de Dios

¿Cuál es la meta? Colosenses 1.28-29; Mateo 28.19; 22.37—39 «formar hombres perfectos en Él»
¿Cuál es la tarea? «Desarrollar personas»
«Perfeccionar o equipar a los santos para la obra del ministerio.» El crecimiento es el resultado de preparara los santos para el ministerio, «para la edificación del Cuerpo de Cristo». (Ef 4.4–16).
¿Cómo se puede llevar a cabo esta tarea?
1. Basándonos en lo que Dios ha hecho y está haciendo. ¡Dios quiere hacer crecer su iglesia!
2. Cumpliendo con el rol de líderes.
  
  Principios básicos para ejercer el liderazgo
  1. Tiene autoridad. Le es conferida por Dios y la inspira su vida.
    «Sus acciones hablan más fuerte que sus palabras».
    1. Respaldada por un carácter digno. Personas llenas de amor, misericordia, perdón, llenas del Espíritu Santo.
    2. Respaldada por su compromiso. El pastor no puede ser sólo una persona de metas. Debe estar continuamente escuchando «la voz» de Dios, y tener un corazón obediente. El ministerio no es para personas que quieren ser «originales, de ideas novedosas» sobre Dios, las Escrituras y la Iglesia. Es para siervos y siervas del Pastor Principal, que lo obedecen y cumplen con diligencia los deseos de Su corazón.
  2. Dirige hacia el cambio
    «Generalmente, las personas sólo van donde las guían o les permiten ir sus líderes».
    1. El líder debe dirigir. «Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?»
    2. El líder no sólo debe guiar al pueblo, sino que también debe animarlos a que desarrollen sus vidas y ministerios (ej. Pablo y Bernabé). Muchos líderes estorban el desarrollo de otros o por miedo o por egoísmo o por negligencia.
      «Elegir la estabilidad en lugar del cambio es una tentación perenne para los hombres. La estabilidad es más fácil. En circunstancias estables, un hombre sabe con qué se va a enfrentar». (Tomado de Building Christian Communities, de Stephen B. Clark).
  3. Busca el crecimiento
    «Los líderes sólo pueden llevar a su gente tan lejos como sean capaces o estén dispuestos a llegar».
    1. Mediante la mejora del liderazgo: El liderazgo puede ser mejorado y aumentado a través de la capacitación, la experiencia y el conocimiento.
    2. Mediante la formación de habilidades: La habilidad se adquiere con el desarrollo deliberado, sistemático y continuo de conocimientos y acciones.
    3. Mediante la elección de personal: Se debe escoger a la persona adecuada para cada responsabilidad, reconociendo dones, conocimientos, etcétera.
    4. Mediante el buen gobierno: El líder tiene que ser «gobernador».
  4. Se conduce como líder: Nada ocurre o se mueve sin que haya algún tipo de liderazgo (Nehemías).
    1. Desarrolla su inteligencia: Planifica buscando a Dios y Sus planes.
    2. Canaliza su energía: Sus acciones son dirigidas por sus metas.
    3. Usa bien su tiempo: Persevera e insiste para lograr sus metas.
    4. Crece en relaciones: Motiva a su gente y produce convicción en ella.
3. Dando importancia al ambiente (Cuerpo-Comunidad).
  La espiritualidad individual y grupal están unidas. Es imposible llegar a la madurez completa si uno se separa del grupo grande de la iglesia, como también de los grupos pequeños. El grupo afecta al individuo y el individuo afecta al grupo. Realidad básica: Las personas no funcionan independientemente de una comunidad. Los grupos los cambian.Hay tres principios derivados:
  1. Las creencias, actitudes, valores y comportamiento son formados mayormente por el ambiente. La persona normal necesita un ambiente cristiano para crecer en forma vital.
  2. El ambiente influye más en su crecimiento que los factores institucionales. Debemos preocuparnos más por el ambiente que por la forma.
    1. Relaciones. Las relaciones significativas dejan huella en el individuo.
    2. Voluntad propia. Cada persona debe tomar la decisión de relacionarse con su grupo y con los individuos que lo forman.
    3. Significado. Mientras más significativo sea el grupo para los individuos, más cambios producirá en ello.
  3. No podemos esperar que toda la sociedad acepte el cristianismo. Debemos formar micro comunidades que hagan posible la vida cristiana.
  «Todo cristiano debe tener un ambiente en su vida en el cual el cristianismo sea aceptado
  abiertamente, se hable de él, y se viva, si quiere que su experiencia cristiana sea realmente vital. Si no tiene esto, toda su vida como cristiano va a ser débil e inclusive, puede llegar a desaparecer».
  
  «Los factores ambientales son más básicos para el crecimiento cristiano que los institucionales, y por lo tanto, la principal preocupación pastoral debería estar en formar ambientes cristianos en lugar de reformar las instituciones cristianas.»
  
  «La meta de la iglesia no es tener estructuras, sino tener personas que están viviendo como cristianos.»
  
  «Las relaciones básicas son necesarias entre los miembros de una comunidad, si la comunidad y su vida van a significar mucho para las personas involucradas. Generalmente, sólo cuando una persona conoce un ambiente a través de una relación personal con otro individuo, comienza a ser cambiada por el ambiente».
  
  «La vida de una comunidad es débil si cada persona no tiene un lugar en el cual se pueda expresar personalmente, recibir atención individual y ser una ayuda para los demás».
  
  «Si un individuo no tiene a algunas personas de la comunidad para las cuales él es especialmente importante, no va a sentir su valor para la comunidad en lo más mínimo».
  
  «Un historiador dijo una vez que cuando una religión mundial pierde su celo misionero, es un signo de que está empezando a desaparecer. Siguió adelante en su explicación y dijo que cuando los miembros de una religión dejan de sentir que creer en ella es importante para otros, es porque ya no sienten que es importante para ellos mismos. Pronto va a dejar de ser considerada suficientemente importante como para justificar un esfuerzo personal en la vida de la persona».
  
  Para reflexión y discusión:
  1. ¿Cuál es la relación entre el liderazgo juvenil y el crecimiento de su iglesia local?
  2. ¿Cuál es su meta y tarea en el liderazgo juvenil?
  3. ¿Cómo están llevando a cabo actualmente la tarea de formar a otros?
  4. De las tres maneras que el autor ofrece para cumplir la tarea formadora, ¿en cuál necesita trabajar más cada líder y el equipo para que la tarea sea más eficaz? Para ayudar a responder esta pregunta busque responder las dos que siguen.
  5. ¿Alguno de los principios del rol del líder no se están siguiendo? ¿Por qué?
  6. ¿Cómo discernir si realmente se está dando importancia al ambiente? ¿Realmente el grupo provee un ambiente en que cada individuo percibe que es importante para el grupo? ¿De qué manera se puede desarrollar este tipo de ambiente? ¿Cuál será la parte de cada líder?
  7. ¿Está formando cada líder a alguno de los del grupo?

La crisis más seria que está padeciendo actualmente el pueblo cristiano es la que llamamos «crisis de desarrollo». Esta crisis delata que la mayoría de los miembros de nuestras iglesias son inmaduros, no han crecido lo suficiente. Tienen una cierta edad cronológica como creyentes, pero la vida psicológica y la espiritual no se ha desarrollado al mismo nivel.

El proceso de crecimiento y madurez es difícil. Uno ve cómo crece el cuerpo en forma automática y a cada edad se espera una determinada estatura o porte físico. «Pero el DESARROLLO emocional y espiritual no ocurre paralelamente, es decir, en forma AUTOMÁTICA».

Una comparación entre el maduro y el inmaduro:

El maduro busca la profundidad, las razones, las bases (Hch l7.11).
El inmaduro siempre está tomando leche [los rudimentos básicos] (He 5.11–15; 6.1; 1 Co 3.2–3).

El maduro sabe por práctica discernir el bien y el mal (1 Co 2.15; He 5.14).
El inmaduro, nunca está seguro, siempre está preguntando: «¿Debo hacer esto?».

El maduro sigue la verdad en amor ( Ef 4.15, Gá 6.1).
El inmaduro es llevado por las olas de doctrinas y enseñanzas diversas. Siempre está confundido.

El maduro tiene una perspectiva de la vida más allá de sus propios intereses personales (1 Co l0,24; Fil 2.19–21). Ya que la naturaleza humana es fundamentalmente egocéntrica, se le ha llamado a la madurez: «Una extensión de mi yo al nosotros».
El inmaduro es un ser auto-centrado, siempre pensando en sí mismo.

El maduro busca dar amor y servicio (1 Co l6,14).
El inmaduro siempre está esperando recibir amor, comprensión, servicio y compasión.

El maduro sabe lo que Dios quiere de él —tiene una vida con objetivos claros— (Jn 7.4).
El inmaduro tiene una permanente falta de dirección.

El maduro crece en un conocimiento progresivo de sí mismo; sabe sus fallas, sus errores y sus áreas fuertes. Está dispuesto a aceptar sus errores, a reconocerlos y superarlos en el poder del Señor (Pr21.29).
El inmaduro siempre está girando alrededor de un círculo vicioso de pecaminosidad y hábitos que no abandonan. La frase: «Otra vez Señor», nos es común a muchos, pasa el tiempo y no se es capaz de vencer las fallas y debilidades.

El maduro tiene convicciones personales sólidas, con base en lo que conoce y aplica de la Palabra (Stgo 2.12). Su teoría y su práctica están unidas.
El inmaduro no tiene convicciones personales muy importantes, es cambiante, «hoy está y mañana no». Varía constantemente según «el estado de sus emociones» pues no tiene una plataforma sólida.

El maduro es responsable y competente (Mt 5.37).
El inmaduro es irresponsable. Es inconstante permanentemente (Stg 1.8).

El maduro es guiado hacia propósitos a largo plazo y no por deseos inmediatos.Una definición popular de madurez es «la capacidad para postergar el placer».
El inmaduro busca satisfacer sus deseos, sin importarle a quien arruine a su paso.

El maduro conoce sus dones y su responsabilidad dentro del cuerpo de Cristo y la asume (Ef 4.16).
El inmaduro no entiende, mayormente, ni le interesa el concepto de funcionar como cuerpo.

El maduro es una persona de creciente espiritualidad. Busca a Dios, estudia diariamente las Escrituras. Cada vez más entiende cómo crecer hacia una espiritualidad adulta.
El inmaduro no crece, vive una vida de carnalidad. Entre su vida interna real y la vida de los que no conocen al Señor, no hay mucha diferencia. Lee un «versiculito» o «un salmito», cuando tiene tiempo. Vea la descripción de Pablo en 1 Corintios 3.3 «¿no sois carnales, y andáis como hombres?».

El maduro por sus convicciones influye en otros.
El inmaduro no influye en nadie, y si tiene alguna influencia, esta es negativa. Es un ejemplo de cómo no debe vivir un cristiano.

El maduro tiene la vida y el poder de «formar a otros» (2 Ti 2.2).
El inmaduro no puede formar ni discipular a otros, porque su vida no es ejemplo.

En nosotros, los pastores y líderes del pueblo de Dios, está la respuesta para:

Vivir de tal manera que Dios pueda vivir con poder y plenitud a través de nosotros.

Comenzar a formar, rápidamente, a la mayor cantidad posible de hombres y mujeres en una madurez psicológica y espiritual, que agrade a Dios y que nos levante como faros verdaderos en medio de la actual crisis de desarrollo.

Para reflexión y discusión:

1. Defina lo que es crisis de desarrollo.

2. ¿Cómo se determina si su grupo de jóvenes e iglesia están sufriendo la «crisis de desarrollo»?

3. ¿Qué aspectos de madurez están ausentes en usted? ¿Qué recursos usarán como equipo par ayudarse a madurar mutuamente?

Las sencillas peticiones que nos hace el Señor son a menudo escalones para obtener las bendiciones más maravillosas de la vida. Simón Pedro es una buena ilustración de lo que sucede cuando le decimos "sí" a Dios. En Lucas 5:1-11, la gente se había agolpado alrededor de Jesús mientras Él predicaba. El Señor quiso utilizar la barca de Pedro como una plataforma para dirigirse a la multitud que estaba en la playa, y por eso le pidió al futuro apóstol que se apartara de tierra un poco (v. 3). Ésta no era en sí misma una petición particularmente excepcional, pero la obediencia de Pedro preparó el camino para una serie de bendiciones. De su ejemplo aprendemos lo fundamental que es obedecer a Dios aun en los asuntos más pequeños.

La multitud fue bendecida por la obediencia de Pedro; fueron capaces de escuchar las palabras de Jesús mientras Él enseñaba. Luego, cuando terminó la enseñanza, el Señor le dijo a Pedro: "Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar" (v. 4). Aquí había otra oportunidad para decirle sí o no, y Pedro debió haberse sentido tentado a no hacerlo. Después de todo, él había trabajado para pescar algo, pero había regresado con las manos vacías. ¡Y ahora Jesús le decía que saliera a pescar otra vez! Pero observe lo que sucedió como resultado de la obediencia de Pedro: en un día que él y sus colegas habían dado como una pérdida total, sacaron no una, sino dos barcas rebosantes de peces (v. 7). El decir sí a la petición del Señor dio como resultado un milagro que transformó definitivamente la vida del pescador.

La obediencia es crucial para tener una vida cristiana exitosa, y hay varias verdades que le ayudarán a comprender esto desde una perspectiva divina:

1. Obedecer al Señor en los asuntos pequeños es un paso esencial para alcanzar las bendiciones más grandes de Dios. Supongamos que Pedro hubiera dicho: "En este momento estoy ocupando limpiando mis redes. No puedo ayudarte, porque voy a salir a pescar otra vez esta noche; sencillamente no tengo tiempo". O que hubiera dicho: "¿Por qué no pides que te dejen usar esa otra barca que está más allá? O, "Ya estuve pescando hoy y sin ningún resultado. Sería una pérdida de tiempo volver a hacerlo ahora". Pedro pudo haber dicho muchas cosas. Pero si hubiera dicho otra cosa que no fuera "sí", habría perdido la experiencia de pesca más grande de su vida. Pero gracias a la obediencia de Pedro, el Señor hizo un milagro que él nunca olvidaría.

Muchas veces, las bendiciones más grandes de Dios vienen por nuestra disposición de hacer algo que parece ser muy insignificante. Por tanto, pregúntese a sí mismo: ¿Me ha estado retando Dios a hacer algo aparentemente sin importancia, que no he hecho el esfuerzo por realizar? ¿Hay algo a lo que le he buscado una excusa diciendo: "Es demasiado difícil", o "Tengo que orar por eso"?

2. Nuestra obediencia es siempre beneficiosa para los demás. Piense en las muchas personas que fueron bendecidas por la obediencia de Pedro. No sólo la multitud pudo ver al Señor y escuchar Su enseñanza, sino que Jesús mismo también resultó beneficiado, porque el predicar desde la barca le proporcionó la comodidad de poder estar sentado mientras hablaba (v. 3). Después, los amigos de Pedro tuvieron un día muy provechoso, ya que sus dos barcas pescaron tanto que empezaron a hundirse. Pero más importante, fueron testigos de algo sobrenatural.

Dios a menudo premia a otras personas, en particular a las que están más cerca de nosotros, como resultado de nuestra obediencia. Por ejemplo, ningún padre puede ser obediente a Dios sin que al mismo tiempo se derramen bendiciones sobre su esposa y sus hijos. De igual manera, la obediencia de un hijo o una hija bendecirá a sus padres.

3. Obedecer a Dios puede exigir hacer cosas que parecerán absurdas. Pedro era experimentado en su trabajo; conocía todos los mejores sitios de pesca, y las mejores horas y condiciones para la pesca. Pero Jesús, un predicador itinerante y carpintero, se acerca al veterano pescador y le dice: "Vamos a pescar". Pedro debió de haber pensando: El hombre es, en verdad, un excelente maestro, pero yo soy el pescador. Estuvimos pescando toda la noche sin éxito, y además ya es mediodía, el peor momento posible para pescar. Pero, para honra suya, Pedro decidió obedecer a Jesús (v. 5) y experimentó una asombrosa demostración de poder divino.

Nuestra obediencia a Dios nunca debe basarse en si algo es lógico o si se adecuá a la manera de pensar del mundo. Esto no quiere decir que Dios siempre rechaza el sentido común, pero muchas veces lo que Él exige de nosotros puede no lucir razonable con nuestras ideas preconcebidas. Esto fue lo que me sucedió a mí antes de venir a Atlanta. Siempre habría creído que para ser efectivo en el ministerio, un pastor tenía que permanecer en un mismo púlpito por largo tiempo. Pero, después de haber estado solo once meses en Bartow, Florida, empecé a oír que Dios me hablaba de venir a Georgia, lo cual me parecía extremadamente absurdo. Por tanto, le di al Señor razón tras razón por las que debía permanecer en Florida, entre ellas que mis colegas pastores pensarían que había fracasado en ese pastorado. Pero Dios siguió presionando mi corazón para que hiciera lo que Él me había dicho. Si no me hubiera sometido, si le hubiera dicho: "No, Señor, eso simplemente no es lógico", habría perdido unas inmensas bendiciones.

4. Si obedecemos a Dios, jamás seremos defraudados. Debido a su experiencia en la pesca, Pedro dio por sentado, sin duda alguna, que las instrucciones de Jesús significaban una pérdida de tiempo, ya que no sucedería nada. Pero después que él accedió a esa sencilla petición, se maravilló de lo que hizo el Señor. Nosotros, al igual que Pedro, debemos reconocer que obedecer a Dios es siempre la actitud más sabia. Jesús convirtió una barca vacía en una barca llena. Él también puede tomar nuestro vacío, ya sea económico, relacional o profesional, y convertirlo en algo espléndido y floreciente.

Quizás usted tiene dudas para obedecer, porque teme las consecuencias. Recuerde que el mismo Dios soberano y omnipotente que mantiene su corazón palpitando y los planetas en sus órbitas, tiene el poder suficiente para manejar las circunstancias de su obediencia. No estoy diciendo que el obedecer dará necesariamente el resultado exacto que usted espera; en realidad, una prueba pudiera anteceder a una bendición. Pero, aunque nuestras expectativas no se ajusten a los propósitos de Dios, eso no significa de ninguna manera que la manera como Dios hace las cosas nos defraudará; por el contrario, no importa la manera como Él quiera bendecir nuestra obediencia, al final eso será lo que nos brinde la mayor satisfacción.

5. Nuestra obediencia le permite a Dios demostrar Su poder en nuestra vida. Si Pedro hubiera dicho "no", habría perdido una maravillosa demostración del poder divino que levantó su fe y dio inicio a los tres años más intensos de su vida. Al andar con el Señor Jesucristo cada día, el discípulo sería testigo de milagros aun mayores que las dos barcadas de peces: un ciego comenzaría a ver, un Lázaro que había muerto volvería a la vida, y al mandato de Jesús, el mismo Pedro saldría de la barca, ¡no para hundirse en el agua sino para caminar sobre ella! ¿Por qué cree que él tuvo el valor de caminar en el agua para dirigirse a Cristo? La razón es porque Pedro comenzó diciendo sí a una cosa pequeña. Luego, cada vez que Dios premiaba su obediencia, la fe del apóstol crecía hasta el punto de creer que su Maestro no sólo tenía en control de los peces ¡sino también la autoridad absoluta sobre las aguas mismas!

6. Obedecer a Dios da siempre como resultado una mayor comprensión de Él y de nosotros mismos. Antes de tener esta experiencia, Pedro había conocido a Jesús como un carpintero, y también había escuchado al Señor enseñar profundas verdades a las multitudes. Sin embargo, el obedecer la petición de Cristo preparó el escenario para tener una nueva percepción: la santidad del Señor y Su soberana autoridad sobre la Naturaleza fueron evidentes en la pesca milagrosa. Y, por otra parte, los pescadores reconocieron claramente su pecaminosidad por primera vez (v. . Si obedecemos a Dios, nosotros, también, descubriremos que se ha producido un cambio en nuestro corazón.

7. Obedecer a Dios puede resultar en cambios dramáticos en nuestra vida. Probablemente Simón Pedro tuviera la intención de pasar el resto de su vida pescando. Pero todo cambió con un sencillo acto de obediencia. Él entusiastamente renunció a sus redes e inició un nuevo estilo de vida siguiendo al Señor Jesucristo.

Dios puede revolucionar nuestra vida también. Para algunos, esto puede significar un cambio de carrera, un nuevo lugar donde vivir, o una relación diferente. ¿Está dispuesto a hacer lo que Dios le diga, cuando y como se lo diga? ¿Está dispuesto a dejar todas las consecuencias a Él? El autor del himno lo expresó de una manera sencilla: "Obedecer, y confiar en Jesús, es la senda marcada para andar en la luz" ("Para andar con Jesús"). Permítame añadir una verdad a esto: fuera de Jesús no hay felicidad. Sin una relación correcta con Cristo, usted nunca tendrá contentamiento, paz o seguridad reales. Nada de este mundo podrá jamás brindarle satisfacción.

Para ser discípulos rendidos a Cristo, debemos comenzar por obedecerle en cada aspecto de nuestra vida, no importa lo pequeño que eso pueda parecer. Recuerde al buen siervo, quien escuchó decir a su amo: "Puesto que has sido fiel en tan poca cosa, te doy el gobierno de diez ciudades" (Lucas 19:17 NVI). A menos que usted le diga "sí" a una pequeña petición del Señor, nunca sabrá lo que pudo haber sido su vida, o qué maravillosa bendición habría recibido si sólo hubiera obedecido a Dios. ¿Por qué arriesgarse a perder si puede tener la seguridad de que será un ganador?

La persona madura tiene para dar: de sí misma, de sus recursos, de su vida, de su tiempo, etcétera (Mt 7.12; 2 Co 6.11–1)
El inmaduro, siempre necesita que se le esté dando (He 5.12).