POR UNA IGLESIA COMPROMETIDA EN MISIONES
POR UNA IGLESIA QUE TENGA EN CLARO SU PRIORIDAD
La iglesia que no es misionera no es realmente iglesia por más que haga muchas cosas. Cada vez más iglesias se comprometen en pos de la misión de Dios. Para afirmarlo han designado a un responsable (ministro, facilitador, etc.) para estimular y desarrollar la visión y la acción misionera dentro de la congregación. Con ese fin han creado un ámbito (grupo, ministerio, departamento, etc.) que cumple una función estratégica muy importante. La experiencia misionera reafirma la necesidad de tener ambos elementos.
POR UNA IGLESIA QUE INTERCEDA
Es perentorio contar con un pujante ministerio de intercesión para respaldar el avance del evangelio y la vida espiritual de los misioneros y hacer avanzar los esfuerzos que se realizan en el campo. Se debe orar por los misioneros, su vida espiritual, familiar, por su salud, por frutos que permanezcan. Hace falta intercesión para abrir el camino para la avanzada del evangelio en los lugares menos alcanzados. El ministerio de intercesión ante una emergencia misionera, debe tener la capacidad de ponerse de inmediato en funcionamiento.
POR UNA IGLESIA QUE ESTE INFORMADA
No es posible participar ni comprometerse en aquello sobre lo cual se ignora o sobre lo cual se tiene un conocimiento vago. Es importante realizar todo el esfuerzo necesario para que la congregación sepa lo que Dios está haciendo en el mundo, las necesidades y oportunidades y sobre todo que espera Dios de ellos como su pueblo.
POR UNA IGLESIA QUE PARTICIPE CON LAS OFRENDAS
Las iglesias misioneras son iglesias que crecen en la entrega de los recursos financieros que permiten el sostenimiento de los misioneros y la realización de la tara. Se hace innecesario explicar que no sólo es cuestión de sostener a los obreros sino también de proveer los elementos adecuados para que pueda desarrollar la tarea en el lugar. No solamente es cuestión de enviar obreros sino de equiparlos. Los testimonios indican que cuando la iglesia “pone a misiones en primer lugar” la ofrenda general se incrementa notablemente. misionero.
POR UNA IGLESIA QUE IDENTIFIQUE A LOS QUE HAN SIDO LLAMADOS
La iglesia debe tomar la iniciativa para identificar a los que han sido llamados. Es en su seno donde se expresan vocaciones y se encuentra estímulo para seguirla. Allí se toma en cuenta también la formación de los misioneros que comienza mucho antes de la salida al lugar de capacitación. Es en el ámbito de la iglesia donde el que manifiesta su llamado es reconocido y recibe confirmación de parte del cuerpo.
POR UNA IGLESIA QUE PARTICIPE EN LA ADOPCIÓN MISIONERA
Una iglesia misionera se interesa por encontrar los lugares y los grupos étnicos que aún no han sido alcanzados. Como un medio de concretar su compromiso se compromete por medio de la adopción. Por medio de la adopción significamos un vínculo de compromiso y acompañamiento en todo el servicio misionero del obrero. Esto incluye recibir cartas, interceder y conocer de las realizaciones y de las necesidades. Quien adopta asume un compromiso espiritual y financiero de acuerdo a una suma que ha determinado.
POR UNA IGLESIA QUE DESARROLLE PROYECTOS ESPECÍFICOS
No se puede enfatizar demasiado la necesidad de que la iglesia cuente con proyectos específicos y nombres reales. El dar a un fondo sin nombre e incentivar de una manera general “a la obra misionera” no causa gran impacto. Hay que buscar maneras de participar en este proceso de acuerdo a sus posibilidades. Aún las iglesias más pequeñas pueden tener su lugar.
POR UNA IGLESIA QUE COOPERE CON OTROS
La tarea misionera es muy vasta y compleja como para intentar hacerla de manera independiente. Las iglesias locales necesitan participar junto con sus departamentos misioneros denominacionales y las agencias interdenominacionales para cooperar y participar juntos en pos de la misión. De esta manera se reducirá la competencia y se optimizarán los recursos. Fuimos llamados a cooperar y no a competir.
EVANGELISTA JOSE LUIS SANTAMARIA.