SIERVOS DE DIOS
"¿No sabéis que al ofreceros a alguno como esclavos para obedecerle, os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis: bien del pecado, para la muerte, bien de obediencia, para la justicia? Pero gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina al que fuisteis entregados, y liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia" (Romanos, 6:16-17-18)
Cuando el hombre por medio de Cristo deja de ser esclavo del pecado, pasa a ser esclavo de la justicia para santificarse y conseguir la vida eterna, porque el pago del pecado es la muerte, pero la vida eterna es una gracia de Dios por Cristo nuestro Señor.
El cristiano verdadero elige ser siervo para rendir obediencia y servicio fiel a su nuevo amo, Dios, y une su vida a él como un esclavo haciendo su voluntad de todo corazón con buenas intenciones.
El premio que se recibe por abrir el corazón al espíritu santo de Dios es la VIDA ETERNA, en una nueva tierra, siendo siervos espirituales del Señor Cristo.
Mediante el conocimiento de la palabra de Dios conocemos cuáles son sus deseos y su voluntad para obrar como siervos obedientes de nuestro amo y permanacer con él para siempre, llevándonos a fuentes de aguas vivas y enjugando todas las lágrimas de nuestros ojos.
"El mundo y sus concupiscencias pasan; pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre". (1Juán, 2:17)
Cristo, el hombre más grande de la historia, fué un verdadero siervo de Dios, haciendo lo que su Padre le pedía, y además dió su vida para rescate de muchos. Nosotros, los verdaderos cristianos, también debemos dedicar nuestra vida para servir a los demás.
"El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud". (Mateo, 20:28)
En la última cena demostró su gran humildad lavándole los pies a sus discípulos diciéndoles:
" Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. (Juán, 13: 13-14-15)
Servir a Dios, tres palabras que implica muchas cosas, hagámoslas con amor y total dedicación de nuestra parte para agradar al Señor.
Que Dios los bendiga.